

¿Inclusión sin institucionalización?
Los junios arcoíris serán ya tan inevitables como los febreros rojos, los mayos rosas o los septiembres tricolor. Hace ya una década -y cada vez con mayor intensidad- que a mediados de año, en buena parte del mundo, las fachadas de sitios físicos y virtuales de empresas de todos tipos -desde bancos hasta equipos de futbol- se adornan con pendones, marcos, listones, globos y cartulinas con los colores de las banderas gay y trans.
La diversidad sexual como nicho de mercado ha quedado más que establecida y difícilmente se le va a dejar ir. Esto ha ocasionado la inconformidad de un gran número de activistas que ven en estos actos una banalización de la lucha por los derechos de las personas homosexuales y transgénero que desde hace más de cincuenta años han llevado a cabo.
Se tacha a la...