Hace un par de días el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, advirtió que las mañaneras dejarán de transmitirse íntegramente porque el presidente Andrés López Obrador hace propaganda política con lo que ahí expresa de manera cotidiana sobre su gobierno y sus adversarios. El anuncio que hizo el árbitro electoral fue la mecha que encendió el debate, en el que se ubicaron los ultras que siempre defienden al presidente aunque no tenga la razón y quienes lo defenestran a la menor provocación.
Las mañaneras se han convertido en un paisaje del fondo mediático que nos acompaña todo el tiempo. Como he trabajado en medios de comunicación desde hace algunos años, estoy en varios grupos de redes sociales y mensajería instantánea que desde primera hora reproducen los mensajes más notables del presidente.
¿Y qué comunica el jefe del ejecutivo federal? La razón de ser, lo que defiende el propio López Obrador cuando son atacadas sus mañaneras, es que desde esa tribuna informa al pueblo sobre lo que está haciendo su gobierno para sacar adelante al país. Y sí, sí lo hace, informa lo que hace en todas las materias: desde acciones en materia de seguridad, hasta cómo va a ser el proceso de vacunación para inmunizarnos contra el coronavirus.
Pero también, y he aquí el meollo, utiliza esa poderosa tribuna mediática para descalificar, amedrentar, imponer agenda, y en algunos casos, hacer polvo a quienes se atreven a disentir de sus postulados.
Pregunten al periódico Reforma cuántas veces ha sido demolido desde la alta tribuna mañanera por el presidente de la república. O hablen con Lorenzo Córdova, quien por cumplir con lo que dice la ley electoral fue crucificado desde el púlpito mañanero con epítetos que lo redujeron a un mero instrumento del eje del mal que encabezan los neoliberales.
Ejemplos como los anteriores hay muchos pero sobre todo encontramos a los partidos y actores que no comulgan con el pensamiento del presidente. Ellos son el blanco de los misiles mediáticos del presidente y ahí es donde encuentro la justificación de que se evite la transmisión íntegra de las mañaneras en este proceso electoral.
Pero ayer el debate se fue por las ramas: que si es una afrenta contra la libertad de expresión del presidente, que si Córdova es un vendido e instrumento neoliberal contra el movimiento que encabeza López Obrador.
Lo que advierto es que la mañanera es una machacona máquina de reproducir mensajes mediáticos muy efectiva. Con esa tribuna el presidente ha borrado a sus contrincantes de la agenda informativa.
Desde primera hora vemos sus mensajes en todos los medios y lo siguiente que pasa es que sus oponentes o los aludidos van contestándole durante el día. Impone su agenda y los demás caen redonditos.
Será difícil romper la supremacía del púlpito mañanero en lo que resta del sexenio. Así que seguiremos teniendo como ruido de fondo la voz del mandatario casi todos los días. Veremos su rostro con ese fondo guinda reproduciéndose en todos los ángulos posibles hasta el 2024. Lo que sí, el tiempo vuela.